lunes, 9 de agosto de 2010

Historias insólitas de mozos confundidos

Discúlpeme, señor, pero de esa marca, no tenemos”. Esa fue la lacónica respuesta con la que el mozo de una concurrida cafetería de la avenida España respondió a la pregunta: “¿cómo es el café mediano?”.
Esa primera respuesta me desorientó totalmente, debo reconocerlo, ya que no la esperaba. No sabía si ese joven de veintitantos años, pulcramente vestido y con cara más seria que jugador de póquer, hablaba en serio o estaba tomándome el pelo. Así que volví a la carga, pero con una pregunta mejor argumentada: “sucede que, como el café grande es muy grande y el pequeño, muy pequeño, quisiera que mi indique si tienen de tamaño mediano”. Y nuestro joven camarero, sin inmutarse, flemático como un caballero inglés, insistió: “ya le dije que esa marca no trabajamos”.
Sin ganas de continuar ahondando esa mini polémica (más propia de un libreto de Cantinflas que de una situación real que estaba sucediendo en vivo y en directo en un coqueto bar asunceno), ni de explicar la diferencia entre marca y tamaño, pedí un café expreso chico e intenté seguir con lo mío. Sin embargo, ese incidente me llevó a pasear por los derroteros de la memoria y me percaté que esta anécdota se sumaba a una larga lista de eventos insólitos vividos con mozos en bares y restaurantes.
Sin embargo, lo más divertido que me ocurrió fue incluso más hilarante que la escasez de “Café Mediano”. El hecho tuvo lugar en un restaurante especializado en pastas, muy fino, donde la carta de vinos tiene ejemplares muy “salados” y el precio por cabeza de una cena fácilmente puede superar holgadamente los 250 mil si optamos por el clásico menú de entrada, plato principal, vino y postre.
Allí llegue, invitado por los dueños, para pasar una tranquila velada junto a mi pareja. Fuimos recibidos con toda la pompa por el jefe de salón, quien nos dio una ubicación no tan buena (ya que el salón estaba muy lleno).
Nos trajeron las cartas y allí comenzó una extraña seguidilla de eventos desafortunados: primero nos apuraron para tomar el pedido, pero les dijimos que esperen un poco. Entonces tardaron casi 15 minutos en volver por la mesa. Con cara de pocos amigos paré al primer mozo que pasó al lado nuestro y le dije que ya habíamos decidido qué comer. “Por supuesto, señor, le tomo el pedido”, dijo el chico, quien anotó lo que la dama deseaba cenar... ¡y no me esperó a mi porque salió corriendo hacia la cocina! A los pocos segundos vino el jefe de salón y, sin salir de mi asombro, le comenté lo sucedido. El hombre salió disparado, lo paró al pobre e inexperto chico y, con ampulosos ademanes (y disimulando muy poco el enojo), a los gritos le explicó que éramos invitados de los propietarios...
Pero hay más:
- “Papillón no nos queda”. Este servidor había pedido pedido Papillote de mariscos.
- “Esas son nuestras mejores copas de vino tinto”, porfió un mozo del restaurante que funciona dentro de un hotel céntrico, señalando unas tristes e insulsas copas de agua. Le hice revolver medio local, hasta que puso en la mesa lo que correspondía.
- “¿Están seguros que van a pedir todo eso? ¡No, no! Mejor les traigo una y después me piden más”. Aunque parezca increíble, terminamos pasando hambre en una pizzería.
- “¡Esas cosas satánicas no vendemos!”. Había preguntado si tenían el vino Casillero del Diablo.
- “Mejor pida usted, yo de vinos no entiendo nada”. Respuesta en un fino restaurante cuando se le pidió al mozo que sugiera la combinación del vino con la comida que acabábamos de ordenar.
- “El vino está acorchado”, le indiqué al mozo. “Sí, señor, ya se lo he descorchado”. Sin palabras...
A lo comentado más arriba se pueden agregar los mozos plomos que te persiguen a todas partes llenándote la copa, en casamientos y fiestas de 15, buscando ganarse una propina; los que no tienen ni idea de lo que hay en la carta (y terminan trasladando a la cocina la pregunta del comensal); los que pronuncian mal los nombres de los platos presuntuosamente escritos en otros idiomas, y así un largo etcétera.
Hay de todo y para todos. Y vos, ¿qué anécdota tenés?

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