“Si tengo 60 mil guaraníes, me compro un Antiguas Reservas; y si tengo 40 mil, entonces paso a un Don Luis”. Esta frase, que pareciera salida de un spot publicitario radial de dudoso gusto, pertenece a un amigo muy querido, chileno él, con el que estábamos debatiendo acerca de la relación entre determinadas marcas de vinos, sus procedencias y sus precios.
En un momento, la charla se transformó en polémica, ya que este avezado consumidor de vino trasandino solamente incluía en la lista productos chilenos. Por mi lado, trataba de ser ecuánime y respetar mi gusto, evitando que los colores de una bandera me tapen el olfato y el paladar.
Empezamos al revés, desde íconos hacia los rangos más económicos. Observé que no había ninguna coincidencia, hasta que se produjo la frase que dio inicio al relato de hoy, porque si bien en el rango de los G. 60 mil hay muchas y muy buenas etiquetas disponibles, al bajar G. 20 mil más me di cuenta de que el primer vino que me llega a la mente es el Cousiño Macul Don Luis Cabernet Sauvignon, uno de esos vinos que, cuando se prueban, es difícil de dejar. Y así logramos la primera y única coincidencia.
Continuamos debatiendo y enfrentando opciones por un buen rato, completando la lista hasta el final. Una vez concluido el debate reparamos que aun no habíamos abierto ninguna botella, lo que dio pie a otra pulseada: ¿qué tomar? El entredicho duró poco y fue zanjado con sabiduría: comprar y descorchar el único vino mencionado por ambos.
CARACTERÍSTICAS MUY ESPECIALES. Fuimos al súper rápidamente (estábamos cerca del horario de cierre) y buscamos directamente al Cousiño Macul Don Luis Cabernet Sauvigon de la paz. Agarramos uno cosecha 2009, compramos algunos embutidos para picotear y nos dirigimos y a mi casa, para continuar charlando de nuestro tema favorito, esta vez con una copa de por medio, comiendo cosas ricas.
Antes del descorche ya sabíamos que se trata de un vino varietal, es decir, sin paso alguno por madera, un detalle que vale tener en cuenta sobre todo porque a pesar de no tener crianza posee características muy especiales.
Al abrirlo, coincidimos en que su color es rojo rubí intenso y brillante. En nariz posee notas frutales muy destacadas, especialmente ciruelas, con suaves toques herbáceos y mentolados. En boca, literalmente, explota: se confirma toda la fruta y tiene presentes los taninos propios del Cabernet Sauvignon, aunque suavizados y algo dulces ya, dejando un gusto muy, pero muy agradable. Queda en evidencia el excelente trabajo que los técnicos de la viña realizaron tanto en el campo como en bodega.
Con mi amigo Mauricio (nombre más que apropiado para un chileno de ley) fuimos vaciando la botella al compás de la charla, que iba animándose minuto a minuto.
COMBINACIONES. Entre copa y copa coincidimos que, por sus características, este vino iba muy bien con los salamines que habíamos comprado, pero que igualmente podía acompañar perfectamente carnes rojas grilladas e, incluso, pastas secas acompañadas de salsas rojas suaves. Ideal para tomar con amigos en medio de una charla animada.
Y así concluimos esa noche, brindando por nuestra amistad, haciendo chocar las copas de la paz.
Artículo publicado en la página 40 del diario Última Hora del 10/07/2011
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