¿A quién no le gusta volver a encontrarse con viejos amigos? Cuando ello ocurre, siempre o casi siempre se produce un alboroto mutuo, matizado por un sinnúmero de “qué fue vos”, “cómo andás”, “qué hiciste todo este tiempo”, “por qué te perdiste”. Y, acto seguido, se entabla una conversación en la que, si el tiempo y el lugar lo permiten, todo tema será tratado.
Pero no estoy hablando de conocidos, me refiero a la amistad “del purete”. Esa que te hace merecedor, por ejemplo, del derecho de abrir la heladera de la casa de tu amigo y tomar lo que sea sin pedir permiso.
Algo así fue lo que me ocurrió cuando me encontré sin buscarlo ante un Luigi Bosca Reserva Malbec, vino que conocí hace ya varios años y de quien me hice amigo al primer sorbo y, luego, fui afianzando el vínculo a fuerza de ir avanzando copa a copa, botella a botella.
El instante en que nos conocimos no podría precisarlo, ya que mucho pasó entre ese momento y este presente. Pero sí el reencuentro: un asado al que acudí hace poco, en el cual se celebraba el cumpleaños de la hija de otro amigo muy querido.
Cuando lo vi a Luigi encima de la mesa supe que esa sería una velada muy especial. Me reconoció al instante, y yo a él. Por ello, no fue nada extraño que entablemos una conversación muy fluida, como en aquellos lejanos tiempos de sobremesas largas y madrugadas aún más largas.
Miré la etiqueta y vi que mencionaba al 2008 como año de cosecha. Al notar ese momento tan íntimo entre botella y apasionado, el dueño de casa tomó la iniciativa y me instó a abrirla. Sacacorchos en mano, entonces, procedí al ritual: primero saqué la cápsula, luego el corcho y, finalmente, vertí el líquido en la copa.
SABORES Y AROMAS. ¿Qué tal el reencuentro? Tuve un muy satisfactorio “déjà vu”. Primero noté el color rubí intenso con algunos destellos violáceos, tan familiar en el Malbec. En nariz sabe expresarse: a pesar de los 12 meses que pasó en barricas de roble francés, se siente la presencia de la fruta roja; incluso, gracias a la madera, hay notas especiadas y picantes (pimienta). Entra a la boca con fuerza, aunque los taninos han sido ya domados por la guarda en botella, quedando estos suaves y dulces.
Por tratarse de un vino con buen cuerpo y estructura, las carnes rojas a la parrilla le caen muy bien, generando lo que los entendidos llaman un maridaje perfecto. Sin embargo, él también sabe flirtear con algunas piezas de caza y quesos duros.
La charla con Luigi fue intensa, como corresponde a dos viejos amigos que se vuelven a ver. Me acompañó desde el antipasto hasta el postre. La verdad que lamenté mucho tener que volver a casa.
VOLVERTE A VER. ¿Por qué nos distanciamos? Por esas cosas de la vida: cada uno siguió su camino. Pero todos sabemos que no es necesario estar en contacto permanente con los verdaderos amigos, pues el entrañable sentimiento es el mismo de siempre. Por ello estoy muy tranquilo, ya que seguro tendremos nuevos reencuentros: el querido Luigi está a mano a G. 70.000.- en las góndolas de los súper.
Y claro, vos también podés conocerlo. Vas a llegar a apreciarlo sinceramente.
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Artículo publicado en la página 45 del diario Última Hora del 16/04/2011.
No se me ocurre mejor idea que conocer a tan bien referenciado amigo!!
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